martes, septiembre 26, 2006

LO QUE NO PUEDE SER NO PUEDE SER...

...Y, además, es imposible, concluye Zalabardo la famosa frase atribuida al torero Rafael el Gallo. Estamos hablando, Zalabardo y yo, de aquellas palabras que, por tener un origen foráneo, se sabe que no son "correctas", pero parece que es mejor dejarlas como están, aunque solo sea por el modo en que han calado entre la gente. Yo le digo que no estoy de acuerdo en que hay que dejarlas como están y en esas estamos.
Le cito a Feijóo, quien decía que para la introducción de un extranjerismo se requiere destreza, tino sutil y discernimiento delicado; esto se traduce en que hay que hacer lo posible para adaptar su pronunciación y ortografía a la fonética castellana cuando la utilización de dicho extranjerismo se hace necesaria. Porque esa es otra, que hay extranjerismos que son necesarios y otros que habría que echar de nuestro dominio a patadas.
Me parece que con dos ejemplos podría estar claro lo que intento decir a Zalabardo. Por ahí nos rondan esos dos términos, tan extendidos, como son parking y camping, ambos con esa inexistente, en nuestra lengua, terminación ng y la primera, además, con esa exótica k. Empecemos con parking. ¿Es necesaria? Repasemos: en español tenemos parque, 'paraje destinado en las ciudades para estacionar transitoriamente automóviles y otros vehículos', y aparcamiento, 'acción y efecto de aparcar un vehículo' o 'lugar destinado a este efecto'. A ellas se unen, además, los americanismos estacionamiento, parqueo o parqueadero. De todas las anteriores se forman parquímetro, aparcar e, incluso, parquear. ¿Hay o no hay elementos para luchar contra ese feísimo parking?
Fenómeno parecido es el de camping. Para sustituir a esta voz se pueden proponer: acampada, 'lugar al aire libre, dispuesto para alojar turistas, viajeros, etc.', o campamento, 'lugar al aire libre, especialmente dispuesto para albergar viajeros, turistas, personas en vacaciones, etc., mediante retribución adecuada'. Podríamos servirnos también, a partir de ellas, de campismo, 'conjunto de actividades que utilizan el campo como elemento esencial y básico de su desarrollo' o campista, 'persona que practica el campismo'.
Pero si, a pesar de todo, alguien cree que los términos propuestos no dan la talla y se hace preciso introducir el extranjerismo, ¿por qué no resolvemos el problema convirtiéndolos en parquin y campin? Veo con alegría que el Diccionario panhispánico de dudas, de lectura recomendada para todos los interesados en cuestiones del idioma, recoge esta última propuesta. Zalabardo me mira, se rasca un poco el cogote y me dice que a lo mejor tengo razón.

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