viernes, octubre 06, 2006

FUNCIONARIOS

Paseábamos Zalabardo y yo tranquilamente cuando me preguntó por qué será que hay grupos que, con o sin razón, han de cargar con una fama que se convierte en peso del que resulta casi imposible desprenderse. Le pido que me aclare algo más lo que quiere decir y que me ponga algún ejemplo de lo que mantiene. Me contesta que, por ejemplo, nosotros, los funcionarios, somos unos de esos grupos. Ya de principio se nos mira con cierto recelo por eso de que disfrutamos de un puesto de trabajo fijo por los siglos de los siglos. Además, se dice, esa seguridad en el puesto va acompañada de una cierta indolencia a la hora de trabajar y de un desprecio hacia quien no es de la partida.
Protesto ante Zalabardo de lo que dice, aunque no puedo dejar de reconocerle que hay individuos que parecen esforzarse por que esa sea la impresión dominante. Yo conocí a un funcionario que decía, como quien cuenta un chiste: la administraación paga mal a sus funcionarios; menos mal que nosotros le devolvemos la moneda trabajando poco. Con gente así, no me extraña que se nos mire como se nos mira.
Claro que la administración también se las trae en el trato hacia sus empleados. Este verano, Zalabardo y yo estuvimos en un tribunal de oposiciones. Después de estar ocupados desde el 23 de junio hasta el 20 de julio con aquel proceso, salimos desengañados por el funcionamiento del mismo. Y no solo hay que decir que la administración, al menos la de educación, paga mal a quienes participan en tales eventos, sino que aun después de dos meses largos de su terminación no nos han pagado.
Y de esto va hoy el comentario, de formas de expresar lo que cobra el que trabaja por cuenta de otro. Por ejemplo, la palabra sueldo procede del latín solidus, cierta moneda de oro; en la Edad Media el sueldo seguía siendo la moneda con que se pagaba a los guerreros mercenarios, por lo que a estos se les llamó soldados, 'los que cobran en sueldos' y a la paga se denominó soldada. Más tarde, la palabra sueldo se comenzó a utilizar para designar el salario, de forma general. Por cierto, que esta última palabra, que en nuestra lengua se empezó a usar en el siglo XV, en su origen procedía de la forma latina salarium, 'suma de dinero que se entregaba a los soldados para que se compraran sal'.
Quien quiera saber curiosidades sobre la historia de las palabras puede consultar el Diccionario etimológico, de Joan Corominas, o el Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, de Edward Roberts y Bárbara Pastor. Sin duda, quien lo haga pasará momentos amenos durante su consulta. Aunque no sea funcionario.

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