domingo, octubre 22, 2006

REBÉLATE CONTRA LA POBREZA

En el año 2000, los jefes de Estado representados en la ONU se comprometieron a cumplir ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015. El pasado mes de setiembre, la Alianza Española contra la Pobreza publicó un documento en el que denuncia la falta de voluntad para el cumplimiento de tales objetivos.
Quien quiera conocer el citado documento no tiene más que consultar la página de dicha asociación (www.rebelatecontralapobreza.org). En esta nota, yo quiero hablar solamente del segundo de tales Objetivos, que afecta a la educación. La meta propuesta en 2000 era que todos los niños pudieran terminar un ciclo completo de enseñanza primaria en 2015. Pues bien, el documento de que hablo nos indica que 100 millones de menores en edad escolar están sin escolarizar. Que, en cinco países africanos, ni siquiera la mitad de los niños están matriculados. Todos los datos siguen esta misma línea: se necesitan 3.700 millones de dólares más al año para alcanzar el objetivo y, en 2015, 47 millones de niños seguirán sin ir a la escuela. Al ritmo actual, en África, este objetivo no se alcanzará al menos hasta el año 2150. La peor situación se da en el África subsahariana, donde se tendría que elevar el número de docentes en un 68 % en menos de un decenio.
Mientras el fantasma de la desescolarización y la falta de formación amenaza a tantos niños del mundo, yo miro la situación de nuestras escuelas e institutos, llenos de alumnos desmotivados, que se niegan a aprender y, lo que hace aún peor la situación, adoptando una actitud de franca rebeldía frente a sus profesores y frente a las instituciones. Que no son todos ya lo sé, pero que el número es superior a lo deseable, también.
La culpa no se la echo a los propios escolares, ellos son también víctimas del sistema social que nos rodea. Viven en un ambiente permisivo y complaciente con los caprichos, que no valora lo que se posee, que no contempla la necesidad del esfuerzo para avanzar y que es poco dado a la exigencia de responsabilidades por los actos propios. A casi ninguno le falta un televisor en su habitación, un teléfono móvil con los últimos adelantos, un mp3 y una play. Muchos incluso llevan todo lo que pueden al instituto, aunque no lleven libros, para presumir de ello ante los compañeros. En mi centro, ahora, la Junta Directiva empieza a hablar de que habrá que pensar algo para contener el empleo abusivo de móviles, incluso en las propias aulas. Dentro de un tiempo redactará un protocolo al efecto, si es que la palabra sigue aún de moda.
Es posible que alguien me diga que exagero. Parece que siempre hay alguien que exagera y, a lo mejor, hasta es bueno que se exagere. Yo en cambio, cuando algunos padres vienen a reclamar por el trato dado a sus hijos, recuerdo aquello que Antonio Machado escribía en Juan de Mairena sobre la respuesta que un profesor daba un padre excesivamente complaciente que preguntaba si le bastaba mirar a un alumno para suspenderlo: "No, me basta con mirar a su padre".

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