jueves, diciembre 14, 2006

CAMBIOS Y CAMBALACHES

Que las lenguas se comportan como organismos vivos, es decir, que están sujetas a evolución y cambios en su desarrollo, es algo que, me parece, no discute nadie y que yo mismo he expuesto en algunas de las notas de esta agenda. Zalabardo me mira y me dice que, a veces, pierdo la noción de lo que ya he dicho y lo que no. También creo que resulta claro que los amos de la lengua son los propios hablantes y que nadie, ni persona ni institución, puede imponer el camino o sentido por donde la lengua deba ir. Si acaso, estas instituciones, pienso ahora en la RAE para el ámbito de nuestra lengua, lo que debe hacer es avisar y llamar la atención acerca de si un uso se ajusta a la normativa o no. Pero si el uso termina por generalizarse, la Academia no tendrá más remedio que recogerlo y, creo que ya lo dije en ocasión anterior, darle carta de naturaleza. Diferente asunto es si esos cambios suponen mejora o retroceso respecto al estado anterior.
Ejemplos muy claros de cambios son los llamados cambios semánticos, que suponen una modificación de la relación existente entre el significante y el significado de una palabra. Si miramos en el Tesoro de la lengua española (1611), de Sebastián de Covarrubias, la palabra coche, leemos que es un 'carro cubierto y adornado, de cuatro ruedas, que le tiran caballos o mulas'. En cambio, si utilizamos la edición vigésima segunda (2001) del DRAE, leeremos, en su primera acepción, que es un 'vehículo automóvil de tamaño pequeño o mediano, destinado al transporte de personas y con capacidad no superior a nueve plazas'. En ese cambio interviene una causa histórica porque la palabra permanece pero lo designado ha cambiado debido al paso del tiempo. Otro ejemplo de cambio es el de castigar, que de significar 'aconsejar', pasó a significar 'imponer una pena por haber cometido una falta o delito'.
Pero a veces hay cambios que no son de significado, sino de régimen o construcción de una palabra. Quiero hacer referencia a dos que, siendo en principio semejantes, son tratados por la Academia de diferente manera. Hablo de los verbos cesar e incautarse. Los dos son intransitivos y, el segundo, pronominal que exige, además, construirse con preposición de. Pues bien, la tendencia de uso, y bien extendida, es la de construir ambos verbos como transitivos. Ayer mismo leía, en una misma información, la policía se ha incautado de abundante documentación (uso normativo) y, poco más adelante, la documentación incautada por la policía (construcción transitiva, pues se debería haber escrito la documentación de que se incautó la policía), uso por contagio con decomisar o confiscar. Con cesar pasa igual, al confundirse este verbo con destituir, que sí es transitivo.
¿Cuál es la actitud de la Academia? En el DPD (Diccionario panhispánico de dudas) se dice, de incautar, que "hoy es frecuente, y se considera válido, su uso como transitivo". En cambio, de cesar se dice que "aunque es uso frecuente en el lenguaje periodístico, debe evitarse en el habla esmerada el empleo de este verbo como transitivo". Me parece que debiera adoptarse igual criterio en ambos casos. O los censuramos, o aceptamos los dos. Mi impresión es que (y veo que Zalabardo asiente), finalmente triunfará el uso transitivo.
Aviso a Mari Paz. Vale la corrección que propones o, simplemente, poner una a (se da lugar a...) que es lo que yo quise escribir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En la frase siguiente he encontrado que el sujeto, que va en plural, no lleva el verbo correcto que aparece en singular:"Si acaso, estas instituciones, pienso ahora en la RAE para el ámbito de nuestra lengua, lo que debe hacer es avisar y llamar la atención acerca de si un uso se ajusta a la normativa o no."
Esta agenda nos viene muy bien porque encontramos muchas de las explicaciones de clase.
Mari Paz.