jueves, mayo 17, 2007

DE MARCA MAYOR

Hay palabras por las que sentimos una especial consideración cuando conocemos su peculiar origen. Estamos acostumbrados a etimologías latinas, griegas, o árabes, entre las que más, así como a los préstamos que nos vienen de otras lenguas modernas; hoy, sobre todo, del inglés. Pero algunas palabras ofrecen unos antecedentes curiosos. Por ejemplo, una torera es una chaquetilla abierta y sin cuello, que en ocasiones se adorna con galones y pasamanería; o sea, semejante en hechuras a la propia del traje de los toreros, de donde recibe su nombre. Y siguiendo con la misma actividad, una manoletina es una zapatilla escotada hecha con cuero fino y suave o tela, de línea simple, punta redondeada, suela completamente plana y sin cierre ni apenas adornos o, si acaso, un breve lazo; como la que usan los toreros, pues no en vano uno de ellos, Manolete, le dio el nombre.
¿Es cierto que la rebeca toma su nombre del de una mujer?, me pregunta Zalabardo, y le contesto que es extraño que no lo sepa cuando es de conocimiento casi general que esa chaqueta, por lo común femenina, corta y ligera, de punto, abierta por delante y con botones, escote redondo y manga larga se hizo famosa porque era la prenda que vestía la protagonista de la película Rebeca que rodó A. Hitchcock sobre la no menos famosa novela de Daphne du Maurier. Esa es una película de marca mayor, añade de inmediato Zalabardo.
Hace tiempo tiempo que no oía esa expresión, de marca mayor, que me recuerda tiempos pasados y a mi padre, que la utilizaba en bastantes ocasiones, siempre con sentido encomiástico, para designar lo que destaca sobremanera o se sale de lo común. Y puestos a hablar de marcas, le pregunto yo ahora a Zalabardo, ya que estamos con palabras de origen más o menos curioso, si sabe muchas palabras en cuya etimología no haya otra cosa que una marca comercial. Y como intuye que, responda lo que responda, parezco dispuesto a soltarle el rollo, me dice con leve tono de sorna: Venga, empieza.
Pues empezaremos diciendo que el DRAE recoge casi ochenta palabras con tales antecedentes(a propósito, si para señalar un conjunto de equis elementos homogéneos tenemos decena, docena, cincuentena, sesentena, centena, etc., ¿por qué no ochentena?). Pero vamos a lo que vamos: algunas designan tejidos sintéticos, como el nilón, rayón, tergal, etc.; una de las más clásicas y famosas es aspirina, que no es sino la marca con que los laboratorios Bayer comercializan el acetilsalicílico; alguna otra podría sorprender, como bamba, la zapatilla playera, que se llama así por la marca Wamba, o formica, aquel recubrimiento de la madera que estuvo de moda hace ya años; otras son ya casi de andar por casa, de tan comunes: clínex, rímel, támpax, minipímer, túrmix, gillete, maicena o celo (la cinta adhesiva transparente); también cercanas resultan tirita, curita (ambas, apósitos adhesivos), michelín, potito...; hoy, con tanta campaña antitabaco, faria resulta incluso impopular; más extrañas pudieran resultar ping-pong o la moderna jacuzzi. Y así, como decía antes, hasta ochenta, aunque no es cosa de ponerlas todas.
Zalabardo se queda mirándome, sin decir nada. Pero como lo conozco, sé que está pensando algo así como: Ea, ya lo has dicho y te has quedado tan tranquilo; ahora déjanos tranquilos a los demás.

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