miércoles, mayo 23, 2007

TRES COSAS

A veces uno no sabe cómo interpretar las cosas, o mejor, cómo interpretar las actitudes de las personas, porque las cosas, independientemente de la valoración que de ellas hagamos, son como son, mientras que las personas, con quienes se puede hablar y razonar, están más predispuestas a dar su brazo a torcer si ello se hiciera necesario.

¡Qué te crees tú eso!, me suelta de repente Zalabardo, que me ha estado esperando leyendo el periódico dentro del coche mientras los compañeros del instituto (o el grupo de casi siempre) celebrábamos nuestra periódica comida de confraternización. Total, que nos ponemos a hablar del asunto y, de pronto, la radio del coche acude en favor de la tesis de Zalabardo. Están entrevistando a un empleado de un centro hospitalario de Ceuta y, cuando la locutora le plantea si debe decir que su profesión es la de matrón, el interpelado responde muy serio que de ninguna manera, que él es matrona, no matrón. Ya estamos con el lío; tanto jaleo con la igualdad de géneros y la equiparación de hombres y mujeres, tanto discutir si la juez o la jueza y cosas por el estilo, y viene este buen señor a decirnos que él es matrona. Bien es verdad que el DRAE solo recoge la forma matrona, aunque también es verdad que, por otra parte, aparecen partero/partera y comadrón/comadrona. Así que a ver qué hacemos. Es el mismo caso, aunque a la inversa, de Cristina Sánchez, que se molestaba si la llamaban torera porque ella defendía a capa y espada (o a capote y estoque) que era torero. Allá cada cuál.

Pero hoy no me gustaría seguir la línea habitual. Ya que hemos estado de confraternización y hemos comido juntos, me agradaría recordar un poema del sevillano Baltasar de Alcázar, poeta de la segunda mitad del siglo XVI. Hubiese querido que fuera La cena jocosa, pero queda un poco largo. Así que he escogido este otro, Tres cosas, que va un poco por la misma senda.

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón
y berenjenas con queso.
Esta Inés, amantes, es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.
Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.
Fue de Inés la primer palma,
pero ya júzgase mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.
En gusto, medida y peso
no le hallo distinción,
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.
Alega Inés su beldad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y la berenjena
la española antigüedad.
Y están tan fiel en el peso,
que juzgando sin pasión,
todo es uno: Inés, jamón,
yberenjenas con queso.
A lo menos, este trato
de estos mis nuevos amores
hará que Inés sus favores
me los venda más barato.
Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.


Que nos podamos ver muchas veces en ocasiones semejantes, olvidados de la diaria rutina. Aunque, al menos alguna vez, deberíamos intentar estar todos.

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