lunes, septiembre 24, 2007


LA PAJA EN EL OJO AJENO
Le pregunto a Zalabardo si no cree él también que, por lo general, los humanos somos reacios a reconocer en nosotros aquellos errores de los que solemos culpar a los demás sin darles siquiera lugar a explicarse. Es eso de ver la paja en el ojo ajeno ignorando la viga en el propio. O lo de que todo se ve de acuerdo con el color del cristal que usamos para mirarlo.
Tengo aquí delante, en mi mesa, recortes y copias de tres informaciones que, aunque muchos pudieran considerar distintas por el espacio, el contenido y la situación, lo cierto es que no lo son tanto. Leo en la primera que un grupo terrorista afín a Al Qaeda anuncia una recompensa de 100 000 dólares para quien dé muerte al dibujante sueco Lars Vilks, autor de unas caricaturas en la que se observa la cabeza del profeta Mahoma sobre un cuerpo de perro. ¡Qué barbaridad!, lanzan muchas gargantas tras la lectura.
En una segunda información, me entero de que ha salido en libertad uno de los jóvenes turistas españoles que el pasado mes de mayo, durante una visita a Letonia, descolgaron unas banderas, por lo que fueron detenidos por la policía y acusados de robo y ultraje a un de símbolo nacional. Se oye en muchas partes tras leerlo: ¡Qué barbaridad!
Finalmente, gracias a otro recorte, quedo enterado de que el pasado sábado, en Gerona, unos centenares de personas, en su mayoría jóvenes, quemaron fotos de los reyes de España como acto de apoyo a otro joven que, la semana anterior, había sido detenido y procesado por prender fuego a otra foto de los monarcas como protesta de una visita de Don Juan Carlos a la ciudad. Y no se oye otro grito: ¡Qué barbaridad!
Lo que sucede es que ese grito, el de tantos lectores de las mismas noticias responden a valoraciones diferentes de los hechos. Así, parece más que generalizada la condena, en nombre del inalienable derecho la libertad de expresión, de la amenaza que hacen fundamentalistas e integristas que no aceptan que ninguna religión ni ideología debe quedar exenta de crítica y sátira.
Pero la reacción ante la noticia del segundo texto se origina, al menos en nuestro país, en la creencia de que las autoridades letonas han juzgado con más rigor del que se merece lo que no es más que una inocente gamberrada de unos jóvenes que, eso sí, posiblemente bebieran más de la cuenta.
Y el tercer grito lo han lanzado desde bastantes instancias aquellos que piensan que es un atentado inadmisible contra uno de los símbolos máximos de nuestra nación, la monarquía. Y ello pese a que en el artículo 20 de la Constitución se lee que se reconoce a los españoles el derecho "a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción".
Que la libertad de expresión tiene sus límites ya lo sé yo sin que nadie venga a decírmelo. Pero la lectura de estas noticias, o mejor, las reacciones tras la lectura, me llevan a plantearme algunas preguntas: ¿Si la libertad de expresión justifica las críticas a cualquier religión o ideología, por qué no va a justificar la manifestación de unas ideas antimonárquicas? ¿Por qué el robo de una bandera en un país extranjero vamos a considerarlo simple "gamberrada inocente" y la quema de una fotografía del Rey "delito de lesa majestad"? ¿No será siempre preferible y más democrático el disentimiento mediante la caricatura y la quema de fotos que la realización de atentados mortales?
Zalabardo dice que no sabe responderme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tras la lectura de este apunte, mis compañeros jubilados con los que a diario paseo me selañan por unanimidad que "siempre será preferible y más democrático el disentimiento mediante la caricatura y la quema de fotos que la realización de atentados mortales". Pero cuando rebasamos los 70, nuestros cuerpos tienen poca testosterona y mucha experiencia, por lo que añadimos con prudencia que no hay que llegar ni a una cosa ni a la otra. Con ambas se insulta, se indigna y se atenta igualmente. Se puede expresar ideas propias sin aspavientos irracionales y/o fundamentalistas de ningún tipo.
Y otra observación unánime de mis compañeros (todos envían saludos cordiales al escritor y a Zalabardo): los medios de información son muy poco cautos cuando informan, sin ningún tipo de reparos, sobre amenazas terroristas de grupos islamistas o etarras, en las que aparecen imágenes seleccionadas por ellos, con lecturas de mensajes en lengua propia, y otros detalles más. De manera gratuita, esas informaciones de prensa, radio y TV transmiten y propagan la ideología fundamentalista por todos los confines del planeta, que no es más que el primer objetivo de esas bandas de terroristas.
El viejo de la colina