viernes, septiembre 21, 2007


UNA SELECCIÓN MUY "ASEQUIBLE"
¿Verdad que hay locuciones que nos resultan atractivas, no ya por lo que puedan significar, sino por la misma dificultad que ofrecen para explicar su origen? A Zalabardo, por ejemplo, le gusta decir que alguien habla por boca de ganso cuando no es original en sus planteamientos. En efecto, el DRAE nos indica que la tal expresión significa 'decir alguien lo que otro le ha sugerido'. Si queremos explicar su origen, la cuestión se nos complica, pues hay interpretaciones diferentes. A mí, no obstante, me gusta (lo que no quiere decir que esté acertado) algo que dice Covarrubias, quien recoge que 'dicen gansos a los pedagogos que crían algunos niños, porque cuando los sacan de casa para las escuelas los llevan delante de sí como hace el ganso a sus pollos cuando son chicos'. De esa explicación deduzco yo que hablar por boca de ganso pudiera ser repetir lo que el maestro ha dicho, aunque no debemos olvidar que, hoy, a la locución se le da un sentido más bien peyorativo.
No quiero decir que hablemos demasiadas veces por boca de ganso, aunque todos lo hacemos en alguna ocasión. Pero aunque hablemos por boca propia, lo que sí sucede más de una vez es que no reparamos lo suficiente en ver si las palabras que utilizamos son las adecuadas para lo que queremos transmitir. Unas veces es porque hay palabras que se parecen, e incluso 'nos parecen', sin que haya la menor relación en sus significados, como pasa cuando confundimos infligir con infringir, pongo por caso. Otras veces chocamos con grupos de sinónimos que usamos indiscriminadamente sin atender a que los sinónimos no valen en cualquier contexto, sino que con frecuencia precisan de uno determinado: viejo, anciano y antiguo, pudieran ser sinónimos, pero no es igual hablar de un viejo amigo que de un anciano amigo; lo primero nos puede remitir a un amigo que tenemos desde hace años y lo segundo siempre a una persona de avanzada edad que goza de nuestra amistad. Como tampoco es igual una mesa vieja (estropeada) que una mesa antigua (que tiene muchos años); y para ninguno de estos dos casos recurriríamos a decir mesa anciana.
Viene todo a cuento de que en los últimos tiempos he constatado, en diferentes medios de comunicación, cómo se utilizaban palabras en contextos inapropiados. Concluido el Eurobásquet apenas, un locutor deseaba elogiar a nuestra selección diciendo de ella que su mejor cualidad era que resultaba un grupo muy asequible. Conviene recordar que ese adjetivo designa 'lo que se puede conseguir o adquirir con facilidad', si queremos hablar del precio de algo (es una vivienda asequible a mi economía); 'que se puede derrotar sin muchos problemas', si hablamos de enfrentamientos deportivos (se trata de un rival asequible); y también 'lo que es comprensible o fácil de entender' (ha pronunciado un discurso asequible a todos). No parece que nada de ello convenga al grupo que lidera Pau Gasol. Lo que el locutor quería decir, de ahí su tono elogioso, es que es un grupo 'afable, de buen trato y abierto al resto de las personas'. Claro que ese es uno de los significados que corresponden al adjetivo accesible.
Otros de los casos que considero usos inadecuados, sin explayarme demasiado en la explicación de cada uno: es verdad que en el diccionario podemos leer que consorte es 'la persona que es partícipe y compañera de otra u otras en la misma suerte', pero si queremos hablar de quienes acompañan a un bandido en sus fechorías sería mejor hablar de secuaces o compinches y no de consorte, que en su acepción más extendida es 'el marido respecto a su esposa y viceversa'. Como tampoco debemos calificar a ese bandido de voraz, 'que come desmesuradamente y con ansia' si lo que queremos es hablar de su ambición. Y, por último, no es admisible calificar a un equipo de fútbol que ha sido derrotado por tres goles a cero de indemne, 'que no ha recibido daño', si lo que queremos dar a entender a los demás es que resultaba romo, inocente y endeble en su línea de ataque.
Evitar estos errores, para quien tiene la obligación de evitarlos, es solo cuestión de atención y de un poquitín de preocupación por el léxico que utilizamos. Para que no nos pase, como Pepe Luque solía contar con su habitual gracia, igual que a aquel que confundía creer que todo el monte es orégano con creer que todo el monte es orgasmo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hoy voy a hablar por boca de ganso y lo voy a hacer copiando un pequeño comentario que he encontrado en la red:
"Qué opinión os merece el caso del violador del Vall d´Hebrón, puesto hoy en libertad. Me permito señalar un apunte interesante en la direccion siguiente:

http://lascronicasdedonajimena.blogspot.com/

VC