viernes, octubre 19, 2007


T exo d -. Bss, tqm
A los que ya tenemos una cierta edad, ver un texto semejante al que encabeza este apunte nos suele dejar más bien lo que se dice en fuera de juego. Sin embargo, para los jóvenes de nuestro tiempo es moneda corriente en la comunicación mediante mensajes SMS en los teléfonos móviles o en los intercambios mediante programas de chateo.
A decir verdad, yo soy incapaz de escribir un mensaje en el que casa aparezca como ksa o todos quede reducido a t2. Si soy sincero, casi ni sé escribir un mensaje SMS emplee el sistema que emplee. Mi teléfono móvil es casi un mero elemento decorativo. Y de Zalabardo, ya no digo nada, pues, pese a todas las presiones que recibe, se niega a tener siquiera un teléfono móvil.
La primera clase de lengua en casi todos los niveles suele comenzar planteando el tema de la comunicación y de sus elementos. A los alumnos les explicamos, cómo no, que el código es un conjunto de signos y de reglas para su combinación del que nos servimos para crear los mensajes. El sistema empleado para escribir un mensaje en un teléfono móvil es, según lo anterior, un código con todas las de la ley que los jóvenes suelen dominar casi a la perfección mientras que los mayores nos sentimos agobiados cuando hemos de interpretarlo y no digamos ya cuando necesitamos utilizarlo. En este código, las vocales casi desaparecen y, así, b es tanto be (bstia / bestia) como ve (brmos / veremos); x es indistintamente por (x la trd / por la tarde), ch (muxo / mucho) o x (xpulsar / expulsar); xo es pero, cn es con, xa es para y así sucesivamente, que tampoco es cosa de transcribir ahora todo el sistema.
Lo malo no está en eso, si con ello se persigue consiguir rapidez en la comunicación y ahorro en el gasto. Lo malo es cuando hay problema con los registros. Esta idea que expongo aquí no es original mía, sino que la leí hace ya tiempo en un artículo del académico Ignacio Bosque: venía a decir que si los jóvenes utilizan este sistema, como digo, para ahorrar tiempo y dinero, y a la vez son conscientes de que se trata de un código restringido, no hay el menor inconveniente. Lo grave viene cuando no se sabe distinguir el ámbito de uso de dicho código y se termina por confundir entre este y el código lingüístico común. Entonces, no solo es desaconsejable, sino que podemos estimar que resulta hasta peligroso.
Cualquier docente puede contarnos cómo este "código de móviles" ha pasado a la escritura común de muchos jóvenes y sus ejercicios están llenos de frases como ste exo es muxo + imxtnte (este hecho es mucho más importante), aunque el ejemplo que pongo nos parezca algo exagerado. Todo ello va redundando, aunque a alguien le suene, repito, a exageración, en una pobreza del lenguaje que debiera ponernos en guardia. Un dato: hace unos años, los alumnos de COU leían Tiempo de silencio, de Martín Santos. Hoy, los alumnos de segundo de bachillerato, nivel equivalente, difícilmente entenderían esta novela y les cuesta entender La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza. Y no quiero hablar de las lecturas de secundaria.
En el título, si es que alguien no lo ha entendido, dice: Te echo de menos. Besos, te quiero mucho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La riqueza lingúistica y cultural de esta agenda, ambas en sentido amplio, son su gran atractivo. Si a esto unimos la diversidad de temas, la constancia diaria, el equilibrio emocional de las valoraciones que se vierten, su buena literatura, etc., y la intriga de tener que esperar al día siguiente para saber de qué tratará el próximo apunte, se entenderá que aquí en La Colina estemos esperando "La hora de Zalabardo" como quien espera el nuevo capítulo de una novela radiofónica, como ocurría antes. También se entenderá que a los mayores, una vez acabado el capítulo, nos gusta comentarla entre nosotros y nos apetece descolgar el teléfono y hablar con el locutor y salir en las ondas, cosa que no es posible pero la sustituimos por esta otra de escribirnos con el escritor y expresar nuestras ideas, entre otras razones, porque D. Fernando, nuestro médico, nos tiene dicho que tenemos que leer y escribir todos los días, que es la mejor manera de retrasar el deterioro senil. Y aquí estamos.