martes, noviembre 18, 2008



LAS ISLAS DEL DÍA DE ANTES

Sir Sandford Fleming, ingeniero canadiense nacido en 1827, fue el creador del concepto del Horario Universal o Tiempo Universal y del sistema horario de veinticuatro horas correspondientes a los veinticuatro husos horarios, que se cuentan a partir del meridiano 0°, el de Greenwich. Cada huso, hacia el este, supone una hora más; esto significa que, en algún momento, no solo se cambiará de hora, sino también de día. Convencionalmente se admitió que la línea de cambio de fecha sería el meridiano 180°, el opuesto al de Greenwich. Por ello, moverse desde este meridiano hacia el oeste exige añadir un día al calendario, mientras que si nos movemos hacia el este habrá que restarlo. Con esto de sumar o restar fechas me he hecho siempre un lío, pero Zalabardo me lo explica de la siguiente manera: si yo estuviera ahora mismo sentado exactamente sobre el meridiano 180°, mirando hacia el polo norte y con un pie a cada lado de la línea, la mitad izquierda de mi cuerpo se encontraría, según el calendario, en día martes; pero mi mitad derecha se encontraría sobre día miércoles. Y me añade este otro ejemplo: si en Málaga fuesen ahora mismo las 14:00 pm del martes, en Tokio, que está al este, serían las 22:00 pm del mismo día; en cambio, en Nueva Zelanda, que está también al este pero ya pasada la línea del cambio de fecha sería la 1:00 am de un día después, miércoles. Confío en que Zalabardo no se haya equivocado en sus ejemplos.

Bien es verdad que dicha línea no es más que una convención que puede ser modificada por cualquier país según su capricho. De hecho, y aunque tal línea se tomó como referencia porque discurre de modo casi total por zonas marítimas, Kiribati, república insular polinésica integrada por casi un centenar de islas y que está cruzada no solo por este antimeridiano de Greenwich sino también por el ecuador, decidió en 1995 desplazar la línea del cambio de fecha más de 3 000 kilómetros hacia el este para así poder tener en todo el estado el mismo día y evitar los graves problemas de funcionamiento que se le planteaban de la otra manera.

La línea internacional de cambio de fecha casi atraviesa, por otra parte, el atolón de Nakulaelae, la más oriental de las islas que forman Tuvalu, uno de los estados más pequeños del mundo: cuatro islas y cinco atolones, 25 kilómetros cuadrados de superficie, menos de 15 000 habitantes y una economía basada en las licencias de pesca en sus costas, emisiones filatélicas para coleccionistas y alquiler a una empresa estadounidense del sufijo de internet '.tv'. Tuvalu podría convertirse en la primera nación del mundo en alcanzar un sistema de desarrollo sostenible. En el atolón de Funafuti, el mayor y en el que se concentra la mayor parte de la población se ha instalado un digestor de biogás que, a partir del estiércol de los cerdos, proporciona energía para toda la isla.

Nakulaelae o cualquiera de las islas de Tuvalu y las ideas de sir Sandford Fleming podrían estar en el origen de esa isla del día de antes que da título a la novela de Umberto Eco. Tuvalu al completo podría ser el paraíso o, por lo menos, lo más cercano a la idea que por aquí tenemos del paraíso terrenal. Pero, a la vez, Tuvalu se está convirtiendo para sus habitantes en un infierno, porque su máxima altitud sobre la superficie del mar no llega siquiera a los cinco metros y se calcula que de aquí a cincuenta años todo el territorio habrá sido engullido por las aguas. ¿Razón? La subida del nivel de las aguas de los océanos como consecuencia del cambio climático. Tuvalu será así la primera nación del mundo que desaparezca víctima no de ninguna revolución, sino del cambio climático.

Las mareas, sobre todo las mareas vivas, van erosionando lenta e inexorablemente las costas de estas islas de origen coralino y recortan sin remisión cada vez más la línea de costa con toda su vegetación; una de las islas ya ha desaparecido casi por completo. Cuando hay tormentas o mareas fuertes se producen, además, filtraciones de agua de mar que no solo empobrecen y arrastran la poca tierra de cultivo que hay sino que inutilizan amplios tramos de los doce kilómetros de carretera de que disponen e incluso el aeródromo de la capital. A los habitantes no les queda otro remedio que ir pensando en otro asentamiento, probablemente Nueva Zelanda, donde rehacer sus vidas, porque los intentos llevados a cabo para reforzar las costas se han revelado del todo inefectivas. Esto sí que es desaparecer del mapa.

¿Qué tenemos nosotros que nos relacione con ellos fuera del dolor solidario? Ciertamente poco, a no ser algunos préstamos lingüísticos que nos han llegado, eso sí, a través del inglés. Y no son exclusivamente elementos de Tuvalu, sino del entorno polinésico. Hablo de cuatro palabras de las que dos tienen su origen en Hawaii: una es canaco, que es el nombre que los hawaianos se dan a sí mismos y que, de modo general, se usa para designar a los habitantes de Tahití y otras zonas polinésicas; la otra es ukelele, ese instrumento de cuerda parecido a una pequeña guitarra. Las otras dos palabras son más genéricamente polinésicas y las dos cuentan con un empleo bastante extendido: tatuaje y tabú. No creo que ninguna necesite aclaración.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escritor, a este apunte hemos tardado en responder, pues queríamos hacerlo, admirados de lo que usted sabe, sin antes estar seguros de que habíamos entendido eso de los husos horarios y lo de sumar y restar días. Vaya lío que nos hemos hecho un puñado de viejos con el meridiano 180º. La verdad es que nos ha costado entenderlo, dicho sea de paso, porque no es fácil para personas sin preparación específica como es nuestro caso. Así que, como queríamos enterarnos bien, hemos hecho un minicursillo por la red, y al mismo tiempo hemos consultado cuantas personas más instruidas hemos encontrado. Al final, escritor, hemos hecho lo que nuestros expertos en educación (un maestro y un profesor ya jubilados) nos han sugerido: hemos comprado un globo terrestre y hemos ido aprendiendo eso de los husos y los meridianos. ¡Qué bonito nos ha resultado! Ya hemos entendido por qué para cuando nosotros nos tomamos las uvas hay gente viviendo el año nuevo.
Saludos de sus admiradores de la Colina, escritor.