martes, junio 23, 2009



HINCHAR UN PERRO


Hoy hemos tenido los profesores del instituto la comida de fin de curso. Bueno, digo los profesores aunque yo, no sé con cuánto de audacia y quizás con bastante ilusión, me sigo contando como uno más del grupo, solapando que no soy más que un ex, un jubilado cuya presencia en esos actos no se explica sino por el cariño y la benevolencia con que me acogen los que por tan dilatado espacio de tiempo han sido mis compañeros. En realidad éramos tres ex, pues también estaban Carmen Fuentes y Rosé Gil, además de una casi ex, Arantza Plazaola. ¿Tendría que decir que, cumplido ya un año de la jubilación, mi vida, en ciertos aspectos, se sigue rigiendo por el calendario escolar? Hoy lo he comentado con algunos. Parece como si mis biorritmos aún no se hubiesen adaptado plenamente a un tipo de vida diferente en la que el calendario no debería significar más que el sucederse tenaz e inexorable de los días. Pero no es así, y, durante todo el año (fijaos que cuando hablo de años no los pienso como años naturales), no sabría cómo explicarlo, he esperado la llegada de la navidad, de la semana blanca, de la semana santa o, ahora, del final de junio, igual que durante los años anteriores, con la alegría que supone el advenimiento de las vacaciones.
Muchas veces le he comentado a Zalabardo que el mantenimiento de esta agenda pretende ser, en parte, la imposición de una tarea que evite mantenerme ocioso más tiempo del debido y conveniente. Tal como me impongo otras tareas con la misma finalidad, porque no hay nada peor que la ociosidad para caer en el aburrimiento. Alguien podría pensar que la agenda es una muestra de vanidad, un intentar demostrar que tengo algo que decir que no pudiera decir nadie más, cosa que no es así ni yo pretendo que lo sea. Por eso estoy plenamente convencido de que aunque la vida del mundo fluiría igual sin esta agenda, la mía no sería la misma sin ella.
Esa es una de las razones por las que, ahora que llegan las vacaciones, considero pertinente hacer una pausa, tomarme un descanso y concederlo a quienes aún tengan la amabilidad de leer estos humildes apuntes, si es que a estas alturas queda alguien que pierda su tiempo con ellos. Creo que a nadie vendrá mal esta interrupción. Con ella, también, me daré un respiro y podré cargar un poco las pilas para, una vez pasadas las vacaciones, retomar el hilo introduciendo, si soy capaz, alguna novedad.
No quiero que nadie piense que doy a estas notas más valor del poco que ya tienen ni más objetivo que el ya declarado de tener el tiempo ocupado. Nadie piense que voy a caer en la necedad de aquel loco del prólogo de la segunda parte del Quijote que preguntaba a quienes se admiraban de su proceder: ¿Pensarán vuestras mercedes ahora que es poco trabajo hinchar un perro? Con aquella historia, Cervantes señalaba a Avellaneda y con la expresión hinchar un perro indicaba que a veces se escribe o se dice exageradamente de algo que no merece la pena. Porque, vaya por delante, no está en mi ánimo exagerar el mérito de la agenda que, en ocasiones, me deja la impresión de ser tarea que no está mucho más allá de la de hinchar un perro.
Me preguntaba Joaquín Martínez durante la comida qué hacía yo para escribir estas notas. Procuro contestar. Cuando me siento ante la pantalla del ordenador y comienzo a pulsar el teclado no me dejo guiar por otro estímulo que el de compartir una reflexión en torno a un tema de actualidad, transmitir un sentimiento nacido de alguna observación de la realidad o de una lectura o, simplemente, las más de las veces, exponer una interpretación o una valoración de algún hecho lingüístico, por lo general atañente al léxico. Todo ello sin arrogancia, libre de cualquier tentación de fatuidad que, ni yo procuro, ni Zalabardo me permitiría.
Ha habido ocasiones en que Zalabardo me ha preguntado: ¿Qué cosas te llevarían a cerrar de modo definitivo mi agenda? Le he dicho que, por supuesto, como ocurre en política con un primer ministro frente a su jefe de estado, que él, Zalabardo, me retirase su confianza, ya que el vehículo que manejo le pertenece. Y, aparte, lo que más me preocupa es que esta bitácora pueda resultar aburrida y fuerce a la gente a dejar de leer. Bien es verdad que digo esto sin saber quiénes y cuántos me leen en realidad. ¿Recordáis que una vez alguien apuntó que Andrés, el Viejo de la Colina, debería retirarse de la relación de lectores de estos apuntes y Zalabardo y yo lo defendimos? Pues lo que entonces dije sigue valiendo ahora.
Cierro, pues, temporalmente, la tapa de esta agenda y os dejo descansar si es que no habéis decidido ya hacerlo por cuenta propia. Zalabardo y yo os deseamos unas felices vacaciones y proseguiremos la tarea cuando estas concluyan.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Escritor, hoy le hemos visto (mejor "leído") algo preocupado, melancólico, algo triste por no saber cuántos lectores puede tener su agenda a estas alturas, y también, no lo negará, por tener que darle al cuerpo y al espíritu un merecido descanso, más o menos lo que se llama hoy día "cargar las pilas". Esto es algo necesario y deberían tenerlo muy en cuenta todos aquellos que, desde el aburrimiento de un despacho, vienen pensando últimamente en reducir cada vez más las vacaciones de los maestros, y con ello la de los niños. Es un absurdo tremendo que mi nieta tuviera que ir ayer lunes día 22 de junio al colegio porque unos mediocres funcionarios de la administración hayan decidido que el curso debe acabar el primer día del verano. ¡Igualito que antes!, de lo que usted bien se acordará, cuando los chavales estábamos de vacaciones para el 20 de mayo. Y eso que los veranos eran más suaves que los de ahora, porque usted no recordará estas calores cuando era un chaval, ¿a que no?.
Pues eso, como dice uno del grupo, que también se jubiló hace poco, ¿dónde están los sindicatos de la enseñanza que tantos goles y penaltis se dejan meter? Ellos como están liberados, pues lo que diga la voz de su amo.
Pero esto no es lo que nosotros queríamos decirle hoy. Queríamos decirle que aquí estamos sus fieles lectores, aunque últimamente escribamos menos; que le agradecemos que se haya acordado de Andrés, el viejo de la Colina (y con ello, a todos los que formamos este grupo de lectores), un día tan especial como hoy; y que no se preocupe que, estamos seguros, usted tiene muchos lectores. Es más, desde aquí sus lectores de La Colina (así se llama la villa de Andrés) queremos hacer un llamamiento a todos los que le leen para que tengan un gesto, un comentario, un simple y cordial saludo, que sirva para levantarle el ánimo y para que usted vea que son muchos los que le leemos y pueda cargar completamente las pilas.
Ojalá pudiésemos una noche como la de hoy (noche de San Juan) cargarle las pilas también al planeta, al menos aquí por nuestras latitudes, dado la cantidad de toneladas de leña, madera y otros objetos de toda índole que se quemarán inútilmente esta noche como una tradición que se viene imponiendo y alimentando por la irresponsabilidad de los medios de comunicación, que llevan todo el día bombardeándonos con noticias de lo que se quemará esta noche en las playas de todas nuestras comunidades. ¡Qué irresponsabilidad: fuego para todos!
Más adelante nos acordaremos del medio ambiente y propondremos, para cargar las pilas de nuestras inquietas conciencias, un nuevo apagón eléctrico, como si eso lo arreglara todo.
Bueno escritor, disculpe este rollo, les deseamos felices vacaciones a usted y a todos los lectores (y por favor, enviad un saludo al escritor).

familia Garrido Díaz dijo...

Anastasio, me hubiera gustado saludarte hoy. Pero no ha podido ser, por razones de peso. En cuanto a esta agenda creo que su valor es incalculable. Te animo a que continúes. A los que nos cuesta escribir valoramos esa forma característica, clara, directa, que tienes de decir las cosas.
Y en cuanto a las novedades para el próximo curso te sugeriría que incluyeses en tu agenda un contador de visitas (con estadísticas de quien te visita cada día, procedencia, etc). Me brindo para echarte una mano. Seguro que te sorprenderás de la cantidad de seguidores que tienes.
Un abrazo y buen verano.

Anónimo dijo...

Estimado Profesor:
disculpe que sea tan breve pero aún nos quedan algunos exámenes por preparar. No obstantel, y a pesar de los estudios, sigo leyendo su agenda de manera regular porque encuentro en ella una fuente muy completa y variada de temas y de estilo.
Que pase un feliz verano.
Mari Paz.