lunes, junio 15, 2009

TENER CRITERIO

Creo que no hay ningún aficionado al fútbol que no haya oído a los narradores o comentaristas de los partidos emplear frases del estilo Fulanito ha jugado la pelota con criterio. Debo decir que siempre me ha chocado tal frase porque en ella me parece que no se emplea adecuadamente el sustantivo criterio. Si nos vamos al DRAE, leeremos que criterio es 1. 'norma para conocer la verdad' y 2. 'juicio o discernimiento. Con toda la humildad que sea posible considero escaso el tratamiento que el diccionario académico hace de la palabra, pues si nos vamos al de María Moliner, hallamos, además, lo siguiente: (aplicar o tener c.) 'manera personal de juzgar las cosas, dependiente de la actitud en que se coloca el que juzga, de su manera de pensar, de su particular psicología, etc.'; esta definición va acompañada de la aclaración 'se especifica con un adjetivo'. Y también, (tener c.) 'capacidad o preparación de alguien para juzgar'.
Creo que cuando un futbolista realiza una jugada, o pretende dar un pase, o intenta un desmarque, lo hace, siempre, con criterio, definición 2 del DRAE y segunda de las que doy del María Moliner, pues, en estos niveles de los que hablamos, al jugador se le supone discernimiento, capacidad y preparación para hacer lo que hace. Pero, puesto que siempre hay jugadores contrarios que tratan de impedírselo, lo hace mejor o peor, o elige la opción más o menos oportuna de las posibles, por lo que aplica un mal, buen o excelente criterio, definición primera de las que reproduzco de la señora Moliner. Es decir, sin irnos por la tangente, que creo que casi siempre se dejan atrás esos comentaristas el adjetivo que mejor definiría al criterio aplicado.
Pero hay otra definición más de criterio que recojo también de María Moliner: 'aspecto de las cosas al que se atiende para clasificarlas o seleccionarlas'. Y en este sentido, recuerdo que yo siempre decía a mis alumnos que un error lo es menos si el criterio aplicado es siempre el mismo aunque no sea el adecuado. Quiero decir, por poner un ejemplo, que, en sintaxis, se llame siempre de la misma manera a los elementos que desempeñan igual función o, en literatura, que a la hora de determinar el siglo al que un texto pertenece, no se le incluya en uno justificándolo con características propias de otro. Es decir, que uno se puede equivocar pero siendo consecuente con la línea elegida al responder. El error, de esta forma, será menos grave, si queda patente que se sabe aplicar un criterio.
Zalabardo, que siempre está pendiente de lo que escribo aunque parezca que no, y que en ocasiones me conoce mejor de lo que yo mismo me conozco, me insinúa que voy buscando algo diferente a lo que digo; que ni los futbolistas ni los alumnos con mejor o peor criterio son el objetivo del apunte de hoy. Y, claro, le tengo que decir que así es y, por consiguiente, me corta el rollo y me pide que vaya al grano.
Y el grano, esta vez, no es otra cosa que el criterio. Pero el criterio con el que el Diccionario de la Academia trata determinadas palabras. Yo me voy a fijar concretamente en tres: cártel, cénit y élite. En los tres casos, la Academia, frente a lo que es la forma usual que entre los hablantes adoptan estas palabras, la reproducida antes, y sin dejar de considerarlas también correctas, prefiere, sin embargo, la forma etimológica, más alejada del uso común.
Cártel, 'organización ilícita que trafica con armas o drogas', es una palabra de larga historia. Procede del alemán kartell, que dio en castellano tanto carta como cartel. Durante los áños 40, las mafias alemanas en Estados Unidos se comunicaban mediante cartas (kartell) por lo que se empezó a llamar a estos grupos carteles. Pero cuando la palabra empezó a ser utilizada en los dominios hispánicos, sin que se sepa bien por qué sufrió una dislocación acentual, cárteles, forma más extendida y que parecería más adecuada para los grupos mafiosos, dejando así carteles para su significado primero.
Con cénit, 'punto más alto del hemisferio celeste respecto al observador' o 'apogeo, punto culminante de algo', sucede algo semejante. Es una palabra que pertenece al bello campo semántico de 'puntos del orbe celeste con relación a la posición de un observador' (orto, ocaso, cénit y nadir). Es una palabra de procedencia árabe que, en origen, tiene pronunciación aguda. Sin embargo, entre nosotros predomina la pronunciación llana, quedando la otra casi exclusivamente para el lenguaje literario. Debería considerarse, pues, no solo correcta, sino la preferible.
Y nos queda élite, 'minoría selecta o rectora'. Es una voz francesa en la que el acento cumple una función diferente a la que cumple en nuestra lengua. Y aunque han sido muchos los intentos por imponer la forma llana, elite, etimológica, lo cierto es que, no ya el pueblo llano, sino mucha gente culta también, ha preferido la forma esdrújula.
Por eso creo que, manteniendo la doble forma de las tres palabras en el Diccionario, la Academia trata de aplicar el criterio etimológico cuando lo cierto y observable es que la gente común, y mucha gente culta, ya ha dado suficientemente su voto al criterio antietimológico.

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