viernes, enero 15, 2010


REPETIRSE COMO LOS AJOS
Ayer mismo, Zalabardo, que a veces tiene un ramalazo así como de descreído y pesimista, me decía que mucho feliz año nuevo por aquí, feliz año nuevo por allá, pero la verdad es que, a poco que nos fijemos, si nos asomamos a las ventanas, vemos que las calles siguen siendo las mismas, que la gente continúa caminando por ellas pendiente cada uno de lo suyo y que, al final, cada mochuelo permanece en su olivo o, como dice otro refrán, cada cual en su casa y Dios en la de todos. O sea, que los problemas son los mismos, con la circunstancia agravante de que algunos han empeorado.
Por eso, le digo, tal vez se explique que en esta agenda los temas se repitan periódicamente como se repiten los ajos de las comidas. Tal vez sea también que esta agenda se comenzó a rellenar hace ya más de tres años y eso hace inevitable que algunas cuestiones tengan que reaparecer, como el Guadiana, tras haber permanecido ocultas durante un tiempo.
Digo esto porque hay vicios de expresión que, por mucho que se denuncien, no dejan de ser utilizados de manera reiterada y se hace necesario llamar la atención sobre ellos una y otra vez. Cualquiera que lea estas anotaciones sabe mi tesis de que existen errores en el hablar que son del todo excusables en lo que pudiésemos llamar la gente común, aunque imperdonables en aquellas otras personas cuyo instrumento de trabajo es precisamente la lengua y debieran ser, por ello, modelos para ese público general.
Leía una noticia relativa a la joven generación de blogueros en Cuba que tiene en ascuas a los gobernantes del país caribeño por lo que de revolución imparable supone. En ella se calificaba a Yoani Sánchez, de quien ya hablamos aquí un día, como alma máter de dicho movimiento. este error de llamar a alguien alma máter de un movimiento o de un colectivo ya lo traté en un apunte de octubre de 2006. pero creo que no está de más volver sobre la cuestión.
Nuestra lengua está llena de giros y locuciones latinas de mayor o menor uso (ab urbe cóndita, 'desde la fundación de la ciudad', 'desde el principio', ars gratia artis, 'el arte por el arte', homo sapiens, 'hombre racional', etc.) Alma máter es una expresión que los poetas latinos utilizaron para referirse a Roma, como 'madre benefactora, alimentadora, de sus hijos', y que, más tarde, pasó a designar, exclusivamente y de modo figurado, a la Universidad, 'madre que alimenta a cuantos por ella pasan'. Porque en esa expresión, resulta que alma es adjetivo, procedente de almus, y significa nutricia, alimentadora y, también, benéfica; por tanto, no tiene nada que ver con el sustantivo alma, procedente de anima.
Almo, -a es, pues, un adjetivo culto que no suele utilizar la mayor parte de la gente. Por eso su utilización incorrecta es censurable en quienes abusan, erróneamente, de la expresión alma máter. Si acudimos a los diccionarios, el del Español Actual, de Seco, ni recoge el término, y el DRAE lo señala como término poético. Y, en efecto, poetas y literatos son los únicos que lo han utilizado en nuestra lengua. Por cierto, que muy pocas veces. El ejemplo más repetido es el de Fray Luis de León, que en la Vida retirada dice: roto casi el navío, / a vuestro almo reposo / huyo de aqueste mar tempestuoso; Garcilaso, en su Égloga II escribe: ¡Ay, viento fresco y manso y amoroso, / almo, dulce, sabroso!; en La Galatea, Cervantes dice: almo, feliz sosiego y, poco después, como a mi rico almo tesoro; y en Los trabajos de Persiles y Segismunda leemos por dos veces: alma ciudad de Roma. Por fin, el Diccionario de Autoridades, de 1770, cita esta traducción de la Eneida, hecha por Gregorio Hernández: Ruégote por la dulce luz del cielo, /por el almo ayre, y por tu padre claro.
No conozco más ejemplos y ninguno que sea moderno, lo que, lógicamente, no quiere decir que no los haya.Y quiero añadir dos precisiones: primera, que los términos y expresiones del latín adoptados por la lengua común se ajustarán a la regla general de acentuación, por lo que debemos escribir máter; y segunda, que, por ser alma adjetivo, no cabe eso de escribir el como se hace ante sustantivos femeninos que comienzan por a tónica, por lo que hay que decir la alma máter como decimos, por ejemplo, la alta escuela.
Para concluir: si queremos destacar el valor de una persona dentro de un grupo, de un movimiento, de un equipo o institución, digamos que es su creador, su impulsor, su miembro más eminente, el núcleo en torno al cual giran todos los demás. Digamos incluso, que es su alma, sin más. Cualquier cosa por el estilo es válida, menos la de llamarla alma máter, que, como queda explicado, es cosa muy diferente.

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