martes, septiembre 21, 2010

EL CUADERNO ESCONDIDO.03. GUIOMAR (Leyendo a Antonio Machado)


Querido Antonio:

Cuando en mis manos he visto el bello poema que me envías y lo he leído, no he podido por menos que recordar la estrellada noche de junio, apenas si habíamos superado la noche de San Juan, en que, en Segovia, realizamos el largo recorrido hasta el Alcázar.
El paseo por los jardines de aquel palacio encantado a cuyo pie los ríos Clamores y Eresma se hacen uno constituye el mejor símbolo de que nuestras almas también se hicieron una. No puedo negar que fue aquella una de las más felices experiencias de mi vida. El jardín, las solitarias calles, el brillo de las estrellas en el cielo, forman ya un decorado inalterable en el que, desde entonces y como en un sueño, transcurre mi vida.
Todo fue distinto a aquel otro día en el que nos vimos por vez primera. Con tu aspecto desaliñado, tu timidez, tus silencios y tu bondadoso rostro me pareciste tan desvalido... Tampoco yo acertaba a hablar, cohibida ante el gran poeta al que tanto admiraba. Ya ves, yo, que nunca he sido capaz de memorizar un solo verso mío, podría recitar de memoria infinitos de los tuyos. Y ahora, para mayor felicidad, me encuentro con que soy la musa que inspira tus poemas.
Los dos hemos sido desgraciados, cada uno por diferente razón, y los dos hemos hallado, el uno en el otro, el fuego que cauterice la herida. Pero debes comprender que para mí resulta imposible lo que me pides.
Mi condición, mis creencias, mi educación, me dicen que no soy una mujer libre. Ya intenté explicarte en otra ocasión que para mí no puede haber ya otro tipo de amor salvo el que se sostiene sobre la limpia fusión de los corazones, la sintonía de las almas y la ternura mutua, alejado de cualquier contacto físico.
Mientras así lo aceptes, perdurará esta amistad nuestra, más profunda y fuerte que cualquier otro tipo de lazo. Espero tu vuelta para volver a encontrarnos en “nuestro” Jardín de la Fuente, de Moncloa.

Hasta entonces, sabes que tuyo es mi corazón. Pilar.


Antonio Machado (1875-1939): Canciones a Guiomar

En un jardín te he soñado,
alto, Guiomar, sobre el río,
jardín de un tiempo cerrado
con verjas de hierro frío.
Un ave insólita canta
en el almez, dulcemente,
junto al agua viva y santa,
toda sed y toda fuente.
En ese jardín, Guiomar,
el mutuo jardín que inventan
dos corazones al par,
se funden y complementan
nuestras horas. Los racimos
de un sueño —juntos estamos—
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos.
(Uno: mujer y varón,
aunque gacela y león,
llegan juntos a beber.
El otro: No puede ser
amor de tanta fortuna:
dos soledades en una,
ni aun de varón y mujer).

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