martes, enero 18, 2011

EL CUADERNO ESCONDIDO. 10. UN CORAZÓN LIBRE (Leyendo a José Mª Blanco White)


Corre el año 1810. El primer día de febrero, José Bonaparte hizo su entrada en Sevilla y se instaló en el Alcázar ya como rey de España. El día 23 de ese mismo mes y año, José María Blanco y Crespo (Blanco White), que ha tenido que salir precipitadamente de la ciudad hispalense, embarca en Cádiz con dirección a Liverpool.
Acodado sobre la borda del buque Lord Howard, contempla cómo, a la par que el sol asoma su faz por el horizonte, los blancos edificios de la ciudad de Cádiz van quedando sumergidos en las aguas. En ese momento ignora que nunca más regresará a su patria.
Piensa en su niñez, cuando en la refrescante y grata sombra de un patio sevillano gustaba de ver los grabados de atlas y libros de viajes. Entonces, abrir un atlas y pasar las coloreadas páginas donde aparecían reproducidos todos los países y todos los continentes era una evasión, un sueño; era dejar que la imaginación volase libremente; y era transportarse como en una alfombra mágica por todos los más recónditos rincones del mundo. Ahora, en cambio, sabe que su huida es una salida al exilio, un poner tierra, océano en su caso, por medio, para salvar la vida.
¿Cuántos más como él se han visto precisados a abandonar su tierra no ya solo perseguidos por la represión invasora, sino a la vez incomprendidos y hostigados por la intransigencia de los propios paisanos? ¿Cuántos como él, espíritus libres y deseosos de tener alas, se han visto obligados a tomar la resolución de autoexiliarse porque sobre ellos cae con saña la atmósfera opresiva y silenciosa del no dejar pensar, del no dejar hacer nada que no venga refrendado por los cánones del oscurantismo y la intolerancia?
Pero, en los años que vivimos, su ciudad, su tierra, España, no está preparada para que un espíritu libre pueda dar rienda suelta a sus pensamientos. Él, que había criticado a la Iglesia, al Poder, a la Sociedad, se enfrenta ahora, por si fuera poco lo anterior, al invasor francés.
Lo que nadie sabe, porque no lo sabe ni él, es que este espíritu sevillano, liberal e inquieto, que ahora navega hacia el exilio, habrá de permanecer durante años en el olvido de sus compatriotas. Aunque pronto escribirá un soneto que se habrá de considerar entre los mejores compuestos en lengua inglesa y aunque se convertirá en modelo e imagen representativa del artista romántico con otro poema en el que describe un mar tem-pestuoso y nocturno, reflejo de las inquietudes que confunden su alma.




José María Blanco White (1775-1841): Night and Death (Traducción de Jorge Guillén)


¡Oh, noche misteriosa! Cuando te conoció
nuestro padre inicial, según sacra noticia,
y tu nombre escuchó, ¿no tembló —ya nocturno—
por el dosel glorioso de fulgor y azul?


Pero tras la cortina —traslúcido rocío—
que traspasan los rayos de occidental hoguera,
Héspero con la hueste de aquellos cielos viene,
y a los ojos del hombre la creación se ensancha.


¿Quién imaginaría que dentro de los rayos
se ocultase la sombra, quién, oh Sol, pensaría
mientras se nos revelan hojas, moscas, insectos,


en orbes invisibles, porque tú nos cegaste?
¿Y en tal ansiedad luchamos con la muerte?
¿Si así la luz engaña, no habrá engaño en la vida?

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