martes, marzo 06, 2012


NUNCA ES TARDE 

    ¡Cuán cierta es la sentencia que nos avisa de que nada hay seguro sino la muerte!, me dice Zalabardo, tras contarle yo el estropicio sufrido por mi ordenador a causa de un virus que me ha dejado en la cuneta desde el viernes y me ha impedido subir a la Agenda en el tiempo previsto el apunte correspondiente a esta semana.
    Que nadie crea que Zalabardo o yo somos descuidados en cuanto concierne a la seguridad. Evitamos entrar en cualquier página “peligrosa” así como la navegación insegura, aparte de disponer del antivirus correspondiente que procuro actualizar con relativa frecuencia. Pero, me contesta mi servidor, cuando me dirijo a su servicio técnico, que el riesgo de contagio no entra entre las garantías de ningún programa antiviral y que es inevitable que, de vez en cuando, la traicionera infección se produzca. ¡Qué le vamos a hacer!
    Bueno, vamos al turrón. La verdad es que para este apunte tenía pensado un tema diferente, pero la actualidad se me impone y prefiero acercarme a ella. Creo haber dejado bien claro en diferentes ocasiones, y resultaría cansino insistir, cuál es mi posición respecto a dos cuestiones muy de nuestros días: la defensa a ultranza por parte de algunos de la corrección política y el pretendido sexismo de que se acusa a nuestra lengua por esos mismos y algunos más.
    Primer asunto: Una asociación inglesa, Operation Black Vote, acusa de xenofobia y racismo a un anuncio de una compañía de seguros que interpreta el portero del Liverpool y de la selección española Pepe Reina. Ante tal queja, la compañía aseguradora, aun negando que dicho anuncio pueda resultar xenófobo y racista, decide retirarlo. Pregunto a Zalabardo su opinión y me responde que no encuentra en él sino un manido juego de palabras, que no acaba de verle la gracia y que no se aleja demasiado de muchos chistes sosos que oímos a cada instante. Yo estoy con él y creo que si ese anuncio es racista y xenófobo, la deliciosa película de Billy Wilder que vi anoche en La Sexta3, Primera plana, corrosiva crítica sobre la falta de escrúpulos de cierto tipo de prensa, habría que quemarla por la incorrección política que destila en todos y cada uno de sus fotogramas y por la homofobia que algunos pretenderían ver en ella. Del mismo modo que habría que prohibir y quemar tantas otras bellas películas de la historia del cine, montones de libros de la literatura universal, innumerables chistes, amén de modificar un alto porcentaje de dichos, refranes y frases hechas de nuestra lengua que, si no les damos más valor y sentido del que en verdad tienen, son del todo inocentes. Siempre habrá quien se sienta ofendido por ellas. Al menos, eso creo yo.
    Y ya que hablo de la lengua, segundo asunto: al fin, la Real Academia ha abierto su boca para dejar sentada su opinión acerca del pretendido carácter sexista de nuestra lengua. Ignacio Bosque redacta un informe titulado Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, que firman todos los académicos de número presentes en la sesión del día 1 de marzo y bastantes académicos correspondientes. El informe me parece un modelo de prudencia y de rigor. Muchas veces he pretendido defender lo que el documento expone, solo que en él todo se dice y argumenta mejor de lo que yo haya podido hacerlo nunca. Se publicó en el suplemento Domingo de El País del pasado día 4. Recomiendo su lectura a quien no lo conozca (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/02/actualidad/1330717685_771121.html).
    El documento ha provocado un fuerte debate. Hay quien está a favor y quien está en contra. Lógico. En el mismo diario, ayer y hoy han aparecido dos reportajes firmados por Winston Manrique: El género del idioma español (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/04/actualidad/1330896843_065369.html) y Revuelo sobre sexo y lengua (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/05/actualidad/1330980459_412495.html), así como un artículo de Milagros del Corral a favor del documento: ¿Qué ganamos las mujeres? (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/05/actualidad/1330978173_276626.html) y otro de Inés Alberdi, en contra: Pero, ¿dónde estaba la RAE? (http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/05/actualidad/1330979981_863178.html). La polémica, sin duda, continuará.
    Yo solo quiero añadir que si la mujer no está mejor considerada en nuestra sociedad, si se le paga menos que a los hombres por idéntico trabajo, si a ella se le ponen mayores trabas para acceder a puestos directivos, no debemos culpar de ello a la lengua. Pese a lo que algunos pretendan, la lengua se adapta siempre de forma natural al medio en el que sirve de instrumento. Por eso, la injusticia que supone esa denunciada invisibilidad social de la mujer, que la hay sin duda, habrá de combatirse luchando contra las estructuras sociales que la hacen posible. Forzando ese natural fluir de la lengua, podríamos crear un engendro que entorpecería los cauces comunicativos que el idioma posibilita, pero no eliminaríamos la injusticia que tratamos de combatir (véase si no el ejemplo de la Constitución de Venezuela que el informe de Ignacio Bosque ofrece). Ah, y tampoco creo que la solución esté en las leyes de paridad que se propugnan; me parece que podrían ser el germen de nuevas y mayores injusticias tanto para las mujeres como para los hombres. Pero ese tal vez sea otro asunto.
                                                                                        (Imagen tomada de El País)

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