lunes, noviembre 19, 2012

SOBRE LA INTRODUCCIÓN DE NUEVAS PALABRAS EN EL DRAE

Me pregunta Zalabardo si he tenido tiempo de revisar a fondo la lista de modificaciones que la RAE introdujo en su diccionario en línea el pasado mes de junio. Le respondo, primero, si hay guasa en su pregunta por el tiempo que tiene ya la lista. Y, luego, le contesto que, sinceramente, la he mirado bastante por encima, pues el tiempo lo he dedicado a otras lecturas que me parecieron más productivas.
            Pero el buen Zalabardo insiste y me dice que, aun habiéndolas visto superficialmente, alguna opinión tendré. Total, que me veo precisado a tener que participarle mis impresiones al respecto. Por supuesto, él ya sabe que en más de una ocasión he mantenido que la RAE debiera imitar algunas de las actitudes de la Académie francesa en estas cuestiones del diccionario. Sobre todo, que no hay que correr demasiado a la hora de dar entrada a nuevos términos porque una vez que se les dé el visto bueno hay que procurar que perdure el uso. Quiero decir que el diccionario no está para acoger modas que podrían resultar efímeras, sino que debe ser un epítome del buen hablar de una lengua. Y creo que nuestra Academia actúa en ocasiones más como una editorial que busca el pelotazo de un best-seller antes que una muestra fehaciente de nuestro léxico. A los hechos me remito. Mientras el DRAE prepara ya su vigésima tercera edición, el Dictionaire va, con muchos más años de vida, tan solo por la novena.
            Pero vayamos a la lista. Debo decir, de principio, que alabo el hecho de la publicación de tales listas de novedades, que se ofrecen, o al menos eso creo, para su análisis y comentario antes de ser definitivamente incorporadas.
            Pero, aun habiendo realizado un análisis muy somero de su contenido, la verdad es, le digo a Zalabardo, que encuentro algunos casos que debieran ser analizados con más detenimiento. Y voy a tratar de exponer con brevedad los casos a los que me refiero.
            Hay dos términos deportivos sobre los que no acabo de entender la razón de su introducción. Uno, beisbolero, porque es el béisbol un deporte de muy escaso arraigo en nuestro país. Pero, aun así, la persona que practica béisbol debería llamarse, juzgo yo, beisbolista (que ya figura), en consonancia con futbolista, baloncestista, golfista y otros. Pero, puestos a aceptar el término, no me explico que no entre pelotero como ‘jugador de fútbol que destaca por su depurada técnica en el juego’, vocablo frecuente, por otra parte, en los últimos tiempos. El otro que incluye la lista es paradón, ‘parada meritoria y espectacular’; ¿por qué no aparecen, en esa línea, golazo, patadón o jugadón?
            En el campo de la gastronomía hallo un extraño ejemplo: si se da entrada a sushi, ¿por qué no aceptamos también shawarma, sobre todo si miramos que kebab sí que está? Por otro lado, parece que cedemos ante algún que otro extranjerismo olvidando que existe el vocablo español correspondiente. Por ejemplo, demos por bueno blog, en lugar de agenda o bitácora, debido a su extensa utilización; pero no veo que haya que hacer lo mismo con extradir, si ya tenemos extraditar; racord, si existe conexión o continuidad; o inculturación, habiendo culturización.
            Los tecnicismos y términos científicos también me hacen pensar. Aún recuerdo que una vez me dirigí al gabinete de consultas de la Academia para preguntar por la ausencia de cupirosis. Se me contestó, con mucha prontitud y amabilidad, que los términos médicos, por la especificidad de su uso, quedan generalmente fuera del diccionario y tienen su lugar en los de medicina. Ahora, sin embargo, nos encontramos con estent y estenosar, que me parecen que están en la misma línea del otro.
            También se atiende en esta lista a términos políticos. Ya estaban, por ejemplo, socialista y ugetista; ahora se da entrada, con razón, a cenetista; bien, ¿pero para cuándo dejamos, pregunto yo, peneuvista u otros de la misma condición?
            Y por último, me encuentro en esta lista dos términos considerados propios de jerga: okupar y okupa. Vuelvo a lo que decía de cuidar lo que puedan ser modas pasajeras. En cualquier caso, si okupa es santificado, ¿por qué no se trata por el mismo rasero a otros términos jergales como, y son breves ejemplos, guindar, mangui o manguta?
Es posible que esté equivocado en alguna de mis apreciaciones, le digo a Zalabardo, como también es posible que haya otros vocablos que igualmente merezcan ser comentados y no los incluya aquí, pero ya he avisado que mi análisis de la lista ha sido muy superficial.
            Cuando tenía ya redactado este apunte, leo una nota de la Academia Norteamericana de la Lengua Española que informa de que la próxima edición en papel del DRAE recogerá una serie de estadounidismos. Dado que comentar los términos de los que se dice que entrarán me llevaría un espacio considerable, dejo el asunto para el próximo apunte.

No hay comentarios: