domingo, febrero 08, 2015

¿QUÉ PALABRAS EVITAR? (SINONIMIA)



            Dejo claro de principio que el título que utilizo en esta entrada no es mío, sino tomado prestado de El libro del español correcto, publicado en 2012 por el Instituto Cervantes. Es uno de los epígrafes del capítulo 1, Escribir correctamente. Por supuesto que tal apartado no condena (ni yo) el empleo de ninguna palabra; se limita a aconsejar cuándo debe cuidarse el uso de algunas.
            Le digo a Zalabardo que la idea para este apunte me ha surgido de la lectura de Como la sombra que se va, la última novela de Antonio Muñoz Molina. ¿Seré yo admirador de Muñoz Molina? No voy a cometer la pedantería de afirmar que he leído cuanto ha escrito, lisa y sencillamente porque no es verdad, aunque conozca bastante de su producción. Y no voy a criticar la novela, primero porque aún no la he concluido y, segundo, porque me está gustando, aunque no sea la mejor de las suyas.
            Si la traigo aquí es porque me ha sorprendido la reiteración de la expresión mirar de soslayo. Tanto que, en algún momento, me he preguntado: ¿es que no hay otras formas de mirar ni otras palabras para decir lo mismo? Y aquí tiene su justificación, aclaro a Zalabardo, la referencia al libro del Instituto Cervantes.
 
www.e-faro.info
          
Sus autores recomiendan evitar las llamadas palabras machaconas, palabras pesadas, palabras cansinas, fórmulas insípidas, bichos raros y las palabras con poco tacto. No explicaré en qué consiste cada grupo. Quien lo desee puede acudir al libro citado y se enterará mejor. Me limitaré, si acaso, a un aspecto del primer grupo y empezaré por el ejemplo que la propia publicación ofrece. Se nos dice que en un escrito medianamente extenso sobre los libros es seguro que aparecerá varias veces la palabra libro, como es natural. ¿Cómo evitar que esta reiteración pueda llegar a convertirse en una palabra machacona, molesta?
            Entre los posibles recursos está, es el más adecuado, el del empleo de sinónimos (por ejemplo, volumen, tomo o ejemplar). Pero ha de saberse, se nos advierte, que el sinónimo exacto no existe, o se encuentra raramente. Siempre hay matices diferenciadores entre un término y otro: volumen designa ‘el cuerpo material de un libro encuadernado’ (un volumen puede contener más de un libro; por ejemplo, el volumen de las obras completas de Machado); tomo es ‘cada una de las partes en que se suele dividir una obra extensa para facilitar su manejo’ (por tanto, varios tomos forman un libro; por ejemplo, una enciclopedia en diez tomos); y ejemplar es ‘cada una de las copias de un mismo libro’ (por ejemplo, el ejemplar que me firmó el autor equis). También podrían emplearse obra, escrito, producto… El Diccionario de sinónimos y antónimos de Espasa-Calpe recoge también texto, manual, compendio y vademécum. Y cada uno tiene su parcela de uso.
Borracho (Diccionario de sinónimos Gredos)
            Que los sinónimos no son exactamente intercambiables, aunque se pueda muchas veces, no acepta discusión y lo vemos en los ejemplos siguientes: Samuel Gili Gaya, en su Diccionario de sinónimos, en la entrada insuficiencia, afirma que es incapacidad, ineptitud, ignorancia, incompetencia. Pero, a continuación, reproduce lo que ya escribió José March en su Pequeña colección de sinónimos de la lengua castellana (1834), obra que, lamentablemente, no he podido encontrar: Se designa por estas palabras la falta de la disposición necesaria para salir con lo que uno se propone, pero con esta diferencia: la insuficiencia viene del defecto de proporción entre los medios y el fin; la incapacidad es la privación de los medios; la ineptitud es la imposibilidad de adquirir ningún medio. Se puede muchas veces suplir la insuficiencia; a veces se puede enmendar la incapacidad; pero la ineptitud no tiene remedio. A los autores de estos diccionarios del siglo xix les gustaba extenderse en este tipo de explicaciones. José Joaquín de Mora, académico, de quien la RAE publicó su Colección de sinónimos de la lengua castellana (1855), escribe sobre cobarde, tímido y medroso: El cobarde no tiene valor; el tímido no tiene resolución; el medroso lo teme todo. El cobarde lo es por carácter y a veces por constitución física; el tímido, por educación, por hábito, por falta de trato; el medroso, por vicio de la imaginación, por superstición o por efecto de preocupaciones arraigadas. El que huye en la pelea es cobarde; el que cede fácilmente a la reconvención, al influjo o a consideraciones de poca importancia, es tímido; el que se asusta en la oscuridad, o se estremece al menor ruido, es medroso.
            Queda patente, digo a Zalabardo, que con los sinónimos no podemos actuar a la ligera y no siempre es posible usar uno por otro (a veces, lo viejo no es antiguo). Pero lo que yo señalaba sobre la novela de Muñoz Molina es diferente. El mejor escribano echa un borrón, sostiene el refrán, y nadie está libre de cometer estos deslices. Lo digo porque en el Diccionario de sinónimos y antónimos de Espasa-Calpe se nos indica que de soslayo es igual que oblicuamente, diagonal, transversal o sesgado, y que mirar de soslayo equivale a mirar de reojo, mirar con el rabillo del ojo, mirar disimuladamente o mirar sesgadamente. Y el Diccionario de sinónimos y antónimos de Editorial Gredos recoge para de soslayo las siguientes equivalencias: de lado, de perfil, de refilón, de sosquín y oblicuamente. O sea, que hay donde escoger. Por supuesto, tan nimio detalle no me hace menospreciar la novela. Es una excusa para hablar de los sinónimos.
            Confieso a Zalabardo que esta forma, de sosquín, no la había oído en mi vida. Así, este apunte será positivo al menos para mí, por la enseñanza que me proporciona.

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