sábado, septiembre 17, 2016

¿QUÉ ES EL GÉNERO NO MARCADO?



            El feminismo no es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre, sino que la mujer desea colaborar con él y trabajar a su lado (Carmen de Burgos, 1927)

Carmen de Burgos y Seguí (1867-1932)
            Leía recientemente un artículo de Pedro Álvarez de Miranda, catedrático  y académico (Nosotras venimos dispuestos), en el que, con no poco humor, vuelve sobre la tendencia de nuestros políticos a seguir dando la tabarra a cuenta del dichoso desdoblamiento del género. Aconsejo su lectura a quien no lo conozca: http://elpais.com/elpais/2016/09/05/opinion/1473088930_657891.html .
            En fecha más cercana, una amiga, Mariloli Corrales, compañera del grupo de quienes hicimos juntos el bachillerato en Osuna, en años que ya no hay ni que recordar, pedía ayuda para localizar la fecha de publicación de un libro de cocina escrito por Carmen de Burgos y Seguí. La búsqueda me resultó muy instructiva. Confieso que ni Zalabardo ni yo teníamos la menor idea de quién fuese esta mujer, que vivió a caballo entre los siglos xix y xx. Quien piense en una eficiente ama de casa ocupada en reunir sus recetas se lleva la sorpresa de que Carmen de Burgos fue maestra, novelista, ensayista, periodista, corresponsal en la Guerra de África, pionera del feminismo en nuestro país, defensora del divorcio, sufragista, defensora de la objeción de conciencia ante la guerra y no sé cuántas cosas más.
            Quise conocer algo sobre ella y he localizado un libro suyo, La mujer moderna y sus derechos, de 1927, y un artículo (creo que reciente) que Mar Abad le dedica: Carmen de Burgos, la escritora y activista que Franco borró de la historia. Por supuesto, aconsejo su lectura de ambos. Se pueden encontrar en Internet.
            Del libro de Carmen de Burgos me han llamado la atención dos detalles: uno (de menos valor), que siendo ferviente defensora de los derechos de la mujer, no acaba de cuadrar con lo que hoy pensamos que es una feminista; y el otro (más importante), que al hablar del tema, nunca confunde sexo con género. Por eso recordé el artículo de Álvarez de Miranda. Y me hice una pregunta: ¿pero aún es necesario insistir en que una cosa es género gramatical y otra muy diferente es sexo? Pues parece que sí. Porque resulta que la inmensa mayoría de quienes hoy claman por el desdoblamiento del género en el habla y la escritura (niños y niñas, andaluces y andaluzas, etc.) no quieren entender que el encomiable deseo de alcanzar la necesaria igualdad de derechos entre mujeres y hombres no tiene que pasar por pisotear la lengua. A quienes siguen esa senda aconsejo especialmente la lectura del libro de Carmen de Burgos, obra discutible en algunos aspectos, se escribió hace ya casi un siglo, pero digna de elogio en bastantes más.
            Zalabardo me pide recordar un artículo de Fundéu sobre el género titulado ¿Lenguaje inclusivo? Se dirige a quienes acusan de exclusivas, porque piensan que quedan fuera las mujeres, expresiones del tipo Se invitó a todos los abogados y solicitan la “creación” de un lenguaje inclusivo, es decir, que refleje por igual a hombres y mujeres. Fundéu argumenta que, precisamente por existir eso del género no marcado, la frase criticada es más inclusiva que cualesquiera de las otras soluciones propuestas. Razón: cuando se habla de abogados se sobreentiende a hombres y mujeres; en cambio, al hablar de abogadas quedan claramente excluidos los hombres. Fundéu prueba, además, que el desdoblamiento no solucionaría la cuestión denunciada, puesto que hay muchos casos en los que es de todo punto imposible (¿qué desdoblamiento sustituiría a  Ella y él están casados?) o incurre en creaciones aberrantes que contravienen la necesaria economía del lenguaje (Todas nosotras y todos nosotros estamos equivocadas y equivocados). No hay, concluye, un lenguaje más inclusivo, pese a las críticas, que el que emplea el masculino como género no marcado. También recomiendo esta lectura (http://www.fundeu.es/noticia/lenguaje-inclusivo-6151/
            Álvarez de Miranda intenta aclarar esto de dice Fundéu apoyándose en la naturaleza de lo que llamamos género no marcado. Como los no especialistas, la mayoría de la gente normal, no tienen por qué saber qué es eso de marcado y no marcado, intentaré explicarlo con brevedad.

            La lengua funciona, básicamente, obedeciendo un sistema de oposiciones. Por lo común, de dos elementos, aunque pueden ser más (singular/plural, masculino/femenino, presente/pasado/futuro, sordo/sonoro, individual/colectivo, etc.). Para alcanzar un sistema sencillo y de fácil aprendizaje y uso para el hablante, aparecen las marcas y, consecuentemente, se habla de elementos marcados y no marcados. El elemento marcado es el que presenta el conjunto de las características de la palabra más una, que es la que lo diferencia del no marcado. ¿Qué quiere decir eso? Pongo un ejemplo fácil. Si yo digo El francés es elegante, hablo de ‘todas las personas nacidas en Francia’; pero si digo La francesa es coqueta, estoy hablando de las ‘personas nacidas en Francia que, además, sean mujeres’ (esa es la característica de más). Si nos fijamos, vemos que francesa, femenino, es el género marcado por tener una característica propia (‘ser mujer’) que no hay en francés, masculino, que será el género no marcado y, por ello, podrá designar tanto a la mujer como al hombre. Si en lugar de género atendemos al número, francés, singular, es el número no marcado pues sirve tanto para uno como para muchos; en cambio, franceses, plural, es el número marcado, ya que une a su significado la característica de referirse a muchos.
            No conocer esto, que género es categoría morfológica y sexo es rasgo biológico, o que la lengua busca atajos (economía de lenguaje) para ser lo más sencilla posible es la razón de la sinrazón lingüística que hemos de soportar. Por eso pediría a nuestros políticos (y políticas), que son quienes han impuesto tan nociva moda, por encima incluso de las propias feministas, lo siguiente: primero, que se dejen de zarandajas y piensen que, en este momento, es más importante lograr un gobierno que dedicarse a maltratar el lenguaje. Y segundo, que si en sus absurdas peleas por ver quién es más tozudo les queda algo de tiempo, lo ocupen aprender de Carmen de Burgos muchas cosas sobre las que ellos no tienen ni puñetera idea. Por muy diputados y diputadas que sean. Y, de paso, que aprendan un poquitín de gramática, que nunca viene mal. Pues, puestos a renovar y ya que el desdoblamiento es antiestético, aparte de que infringe el principio de economía, pidamos convertir el femenino en género no marcado. Eso sí, con todas sus consecuencias.
           

1 comentario:

Molina de Tirso dijo...

(El comentario anterior iba para este post. Creo que el móvil me la ha jugado esta vez)