domingo, abril 16, 2017

DE PASCUAS A RAMOS



            Véned la Pasca ed aún sin elle.
Cóm cande mieo corachón por elle
(Abu Bakr Yahya Ibn Baqí)
[La Pascua llega y aún sin él.
¡Ay, cómo arde mi corazón por él!]

La última cena, de James E. Seward
            Zalabardo, quizá como muchas otras personas, se pregunta la razón de que se hable de Pascua tanto en Semana Santa como en Navidad. Y, claro, me traspasa a mí la pregunta. Me he acordado de que una amiga común, Pepa Garrido, lo explicaba muy bien hace unos días durante una conversación por whatsapp, por lo que me limitaré a unos breves añadidos a sus palabras. Por lo pronto, le digo a Zalabardo, la Pascua es una fiesta de naturaleza judía que el cristianismo asumió transformándola en Pascua de Resurrección o Pascua Florida; en cambio, la Pascua navideña es fiesta absolutamente cristiana establecida por relación con la anterior.
            Pascua es una palabra hebrea cuya evolución ha sido la siguiente: Nosotros la tomamos del latín Pascha, que la tomó del griego Pasja, que la había tomado a su vez del hebreo Pésaj. Como muy bien explica Sebastián de Covarrubias, pascua equivale al latín transire, ‘pasar, saltar por encima’. Ese es el nombre que recibe la fiesta principal de los judíos, el Pésaj, cuyo origen hay que buscar en un cruento episodio que nos relata uno de los libros del Pentateuco, concretamente el Éxodo. Moisés, por mandato de Yavé, solicitó repetidas veces al Faraón que dejase marchar de Egipto a los judíos. El Faraón, de corazón duro, se opuso una vez y otra a tal petición, por lo que Yavé fue castigando a los egipcios con duras y sucesivas plagas. La última, la décima, fue terrible. Dijo Yavé a Moisés: Pasaré por la tierra de Egipto y morirán todos los primogénitos, desde el del Faraón hasta el de la última esclava

Celebración familiar de la Pascua judía
            Solo esto movió el duro corazón del Faraón, que los dejó marchar. Entonces ordenó Yavé a Moisés que cada familia sacrificase un cordero para celebrar la liberación. Por eso, por el paso del ángel exterminador, por el tránsito de la esclavitud a la liberación, los judíos llamaron a aquella fiesta Pésaj, ‘paso’, es decir, Pascua. La salida de Egipto significó que el pueblo judío adquiriese una identidad como nación libre y provista de leyes; de ahí la importancia de la fiesta.
            Los últimos días de Cristo, los de su pasión, muerte y resurrección, tuvieron lugar, según leemos en los evangelios, durante la celebración de la Pascua, por lo que los primeros cristianos, naturalmente judíos, identificaron un hecho con otro. Así que se empezó a hablar de Pascua de Resurrección. La coincidencia de fechas —entre marzo y abril, pues se rige por la luna— se mantuvo hasta que el Primer Concilio de Nicea  (325 d. C.) decidió separarlas. Y los cristianos consideraron que no solo la resurrección, sino también la natividad eran Pascuas, es decir, ‘tránsitos’.

Mona de Pascua
            Pasa el tiempo, le digo a Zalabardo, y pascua, o pascuas, que posee un significado festivo, comienza a aparecer en múltiples expresiones, no todas con igual sentido. Así, ser unas pascuas indica que alguien es muy alegre; estar contento como unas pascuas es estar muy contento; buenas son mangas por Pascuas es un refrán muy antiguo, creo que ya desusado, que expresa la alegría por haber recibido algo que se esperaba, pues Covarrubias nos dice que manga, o manguillo, era un pequeño obsequio. No olvidemos que en algunas regiones de nuestro país son típicas las monas de pascua.
            ¿Y por qué —me interrumpe Zalabardo— cuando a alguien le provocamos algo indeseado o le derribamos sus expectativas decimos que le hemos hecho la pascua? Pues, aunque parezca mentira, la expresión tiene su origen en la misma fiesta. Al cordero que impone la tradición, se lo cuida y engorda, se lo trata a cuerpo de rey para, llegado el momento, sacrificarlo. Es decir, al pobre animal, después de tanto regalarlo, le hacemos la Pascua.

            Recuerdo entonces la expresión hacer algo de Pascuas a Ramos, con la que indicamos que algo se hace muy de tarde en tarde o procuramos demorarlo lo más posible, y aprovecho para explicársela. El domingo de Ramos y el domingo de Pascua, o de Resurrección, están muy próximos, son domingos consecutivos; pero, si contamos desde el segundo, la Pascua, entre uno y otro media un largo lapso de tiempo, un año menos una semana. Es, pues una expresión totalmente gemela a de higos a brevas, ya que sabido es que los primeros frutos que la higuera da son las brevas; luego vendrán los higos. Ambas expresiones se refieren por tanto a un plazo bastante largo.

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