sábado, mayo 13, 2017

PAPIRUSA



            Dans une bourgade de la Manche, dont je ne veux pas me rappeler le nom, vivait, il n’y a pas longtemps, un hidalgo de ceux qui ont lance en râtelier, rondache antique, bidet maigre et lévrier de chasse. (Traducción al francés del Quijote, por Louis Viardot, 1836)

            En el Génesis leemos que Dios hizo desfilar ante Adán a todas las clases de animales creados para que les pusiese nombre;  pero debemos pensar que nuestro ancestro común tendría que nominar todo lo creado, pues nada tenía nombre. Desde entonces, ha llovido y Adán dejó de estar entre nosotros. Pero no ha cesado la necesidad de poner nombre a cuanto existe. Y esa obligación fue una parte mínima de la herencia que nos quedó. Pero, le digo a Zalabardo, la lista de posibles nombres se va agotando y cada día cuesta más trabajo encontrar el que cuadre. Por eso, en bastantes ocasiones, tenemos la impresión de que el origen de algunas palabras es chusco y, en no pocos casos, diríamos que, por lo menos, curioso.
            Aunque para muestra vale un botón, yo voy a tener la osadía de traer tres: estraperlo, bidé o esnob. No quiero preguntarle a Zalabardo si conoce su origen porque, aunque mi amigo no es ningún zoquete, tampoco hemos de pedirle que sea el Espasa. La primera, estraperlo, es española. En tiempos de la Segunda República Española, de modo fraudulento pero a lo que parece poco extraño, corrompiendo a autoridades de todos los niveles, se autorizó una ruleta que, aparte de ilegal, ya que el juego estaba prohibido, estaba trucada. Su marca era Straperlo, acrónimo del nombre de los propietarios de su licencia (Strauss, Perel y Lowann). La palabra llegó a convertirse en nombre común y en el DRAE leemos que estraperlo significa ‘comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa’.
            Bidé procede del francés bidet y, no tenemos que extrañarnos de que en el texto que encabeza esta entrada se use para nombrar al rocín de don Quijote, pues la palabra significaba tanto ‘rocín’ como ´caballito’. Por eso, cuando se inventó ese ‘aparato sanitario para la higiene íntima’, se le puso tal nombre por el modo en que una persona se sienta sobre él, a horcajadas, como si montase un caballo. 

            Y nos queda esnob, un anglicismo. Cuentan que su origen hay que buscarlo en el periodo en que centros educativos muy elitistas se vieron obligados por ley a admitir alumnos de clase humilde, uno de ellos —dicen que Oxford, Cambridge o Eton— escribía en la ficha de inscripción de los más defavorecidos S/nob (sine nobilitate, ‘sin nobleza’), que no tardó en convertirse en snob y aplicarse a la ‘persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos’.
            Las palabras, pues, le digo a Zalabardo, aparecen y desaparecen, o, con el tiempo, suben y bajan de categoría sin que haya más razón que el azar. Y le explico a Zalabardo por qué motivo cuento todo esto. Hace unos días, en una charla de amigos, a través de whatsapp (intervenían José María Pérez, Carmen Olid y no recuerdo quién más) surgió por casualidad la mención de una manzanilla jerezana y que lleva por nombre Papirusa. Alguien planteó la cuestión de qué significaba papirusa y hubo quien respondió que ‘mujer bonita’ o algo así.
            Confieso que no conocía la palabra ni tenía la menor idea de su significado. Pero me picó la curiosidad y me puse a buscar. No la encontré en ninguno de los diccionarios españoles merecedores de crédito. Me lancé, pues, a Internet. Y ahí encontré el primer cabo que podía ayudarme a desenredar la madeja. Descubrí que es un término argentino, propio del habla marginal, que significa ‘mujer bonita’. Regresé a los diccionarios y esta vez eché mano del Diccionario de Americanismos. Allí estaba papirusa. Leí que se emplea en Argentina y Uruguay, que es poco usado, que se da tanto en la lengua culta como en la popular y que es más común en el habla espontánea. Significado: ‘Mujer, especialmente hermosa y atractiva’.

            Varios aspectos me llamaron la atención. ¿Por qué, al mismo tiempo, se dice que es marginal y poco usado, o que se da en todos los ámbitos, pero de manera espontánea? No lo tenía claro y volví a rastrear en Internet; encontré algo más: ahora se me decía que su significado es ‘mujer de vida licenciosa o irregular’, que es un lunfardismo y que sinónimos suyos son mina y percanta. Busco mina, que, aunque genérico de ‘mujer’, especialmente si es joven y atractiva, muy extendido en toda América hispana, significa también, en determinados países, ‘prostituta’. Y lo mismo sucede con percanta, que vale tanto para ‘mujer, especialmente la hermosa y atractiva’, como para ‘prostituta’.
            ¿A qué carta quedarse? Decidí, finalmente, consultar el Vocabulario lunfardo de Adolfo Enrique Rodríguez. El lunfardo es una jerga, un habla marginal propia de delincuentes y asociada al mundo del tango, que se originó en Buenos Aires y sus alrededores en el siglo xix. Allí me encontré con que papiruso/a se define como ‘lo que es muy bueno o hermoso // mujer’. Pero, mira por dónde, le digo a Zalabardo, un lector, Ernesto José Orueta aporta una breve nota que da la clave para entender esa oposición ‘mujer hermosa/prostituta’: deriva de las jovencitas polacas que allá por los inicios del 1900 eran traídas engañadas con promesas de trabajo y terminaban esclavizadas en prostíbulos, con sólo un camisón y un par de chancletas, para evitar su fuga. Las chicas se animaban a pedirles “papjerosy” (cigarrillos en polaco) a los clientes jóvenes, que luego se daban dique [presumían] diciendo que estuvieron con una "papirusa".
            Lo que no he conseguido saber es por qué esa manzanilla luce tal nombre. Aunque he escrito a la bodega que la elabora, no he recibido contestación.

1 comentario:

Lic. Faustino Velasco dijo...

Estimadísimo:

Acá en ARGENTINA el término 'mina' perdió su fuerte significado marginal original y se lo utiliza como sinónimo de 'mujer' independientemente de su edad; así es muy común decir y oír frases tales como "es una buena mina" o "¡qué linda mina!" o "a esta mina no la entiendo".

El origen marginal de fines del siglo XIX y principios del XX era cuando la mujer estaba relegada a un papel secundario en el hogar, y aquellas que no cumplían con ese mandato (de casarse y tener hijos) eran dejadas de lado y consideradas de lo más bajo.

Y aquí el origen de su uso. ¿Qué hay más bajo que una mina? Pensemos que muchos de aquellos inmigrantes venían de ASTURIAS entre ellos mis ancestros.

Lic. Faustino Velasco - Buenos Aires - Argentina.